<strong><em>Unión de universos: TRANSFORMAR</em></strong><br><strong><strong>Shari Sarai Izaguirre Espinal</strong></strong><br><strong>20 años -</strong> <strong>Hondureña</strong>
Unión de universos: TRANSFORMAR
Shari Sarai Izaguirre Espinal
20 años – Hondureña

Eve Alcalá G

Era el primer día del campamento. Nos pidieron cerrar los ojos e hicieron una serie de preguntas que nos llevaron a pensar en nosotras, en cómo nos veíamos frente a la transformación de nuestras comunidades, del mundo y en nuestros liderazgos.

Cuando abrimos los ojos todo el salón estaba a oscuras y saturado de luz neón. Entendí por qué el ejercicio se llamaba la noche estrellada. Fue ahí, en medio de la oscuridad, donde encontré esos enormes ojos en los cuales el universo se reflejaba. No conocía a la niña, era su primera vez en el grupo y durante algunos minutos no pude dejar de mirarla, me atrapó la fascinación reflejada en su rostro.

Era como si su cuerpo estuviera en el salón y al mismo tiempo en otro lado, viajando. Más tarde supe su nombre. Era Shari y tenía siete u ocho años, edad sorprendente de la chica de cabello rizado con ojos de universo. La mayoría de asistentes teníamos trece, quince y hasta dieciocho años, por lo cual ver a una niña tan pequeña llamaba la atención.

Debo confesar que previo a “la noche estrellada” no había reparado en ella. Insisto, mi atracción hacia ella fue por esa cara de sorpresa, asombro y maravilla, parecida a la de las y los niños cuando están descubriendo el mundo. Yo sido participante de la misma actividad y estaba segura de que lo visto por ella estaba dentro de sí misma.

Ahora, conociendo su historia, lo entiendo todo.

Shari era una de cinco hij@s, lo cual significa que creció aprendiendo a compartir sus cosas y a trabajar en equipo porque su mamá era docente y su papá perito mercantil, por lo tanto, siempre estaban fuera de casa. Las hijas tenían la obligación responder a las labores del hogar.

Como la mayoría de nosotras, Shari venía de un barrio de la periferia en la zona sur, un barrio donde existe el acoso, barrio donde una de sus mejores amigas le contaba cómo su tío la tocaba y ella no entendía esa situación, barrio donde no podía salir con short a la esquina a pesar de tener solo siete u ocho años.

Con certeza puedo afirmar que Shari pertenece a esa última generación de jóvenes que disfrutaron salir a jugar a la calle, antes de que la tecnología sustituyera los juegos colectivos de la cuadra por el uso de tabletas y celulares y de que los niñ@s se encerraran en sus casas por el aumento en los índices de violencia.

Afortunadamente, Shari era una niña llena de mucha luz quen supo rodearse de muchas personas, incluso mayores que ella, una herramienta que usó en su favor y de las suyas. Por ejemplo, cuando alguna vecina sufría violencia por parte de su pareja, Shari pediría ayuda a una muchacha a quien le tenía mucha confianza y que trabajaba en una organización.

Shari recuerda hacer esto porque era muy pequeña y no sabía cómo reaccionar frente a tal situación que la muestra como niña brillante que supo qué hacer, a quién pedir apoyo y cómo formar redes. Fue la forma primigenia bajo la cual comenzó a organizarse en su barrio.Después llegó al campamento con la intención de armar a lo largo de una semana prácticas de fútbol y formación, así como una red. El fútbol en Honduras es un elemento importante para la gente y una una forma de llegarle a la juventud.

Aquel fue su primer proceso de red, una combinación de comunicadores y formadores; niños, niñas, adolescentes y jóvenes formando a otrxs jóvenes alrededor de la organización de partidos y torneos de fútbol. Para Shari fueron importantes dos cosas:

1.- haber construido enlaces, articulaciones y conexiones con otras organizaciones, no solamente en la comunidad sino a nivel regional,

2.- haber creado una red nacional que le abrió un mundo en el que chavalitos y chavalitas organizaban encuentros con el tema de participación infantil y juvenil y democracia.

Haberse organizado le cambió la vida a Shari porque le abrió un millón de puertas. Es lo mejor que ha tenido y agradece que le haya sucedido antes de los diez años, porque se ahorró errores y le cambió la vida a ella y a otras personas. También la hizo crecer prematuramente porque aprendió cosas que supuestamente no debía saber según el tiempo social establecido.

El hecho de que su madre enfermara de artritis reumatoide la llevó a involucrarse desde muy pequeña en los quehaceres del hogar y en el negocio de comida también coordinado por ella. Mientras todos sus compañeritos tenían energía eléctrica, podían salir, ir al centro comercial o cosas por el estilo, a ella le tocaba ayudar a su mamá al salir de la escuela a preparar la cocina para vender en la noche. Shari debía administrar muy bien su tiempo para poder asistir a los talleres y reuniones y ayudar a su mamá.

Una persona muy importante en su vida relata que organizarse le cambió la vida a las demás personas y recuerda como Shari le metió mucho corazón a la idea de crear un centro de formación juvenil, iniciativa que surgió porque se reunían en su casa cuando no estaba abierta la oficina y su mamá llegó a preguntar: “¿por qué hay tanta gente acá?”. Así entendieron la necesidad de tener un espacio donde reunirse y formarse.

Entre pláticas empezamos a diseñar la idea de una casa de la juventud donde pudiéramos reunirnos, formarnos, llevar a cabo actividades culturales y convertirla en nuestro espacio. Recibimos un diplomado de incidencia política y gestión, y todo el equipo se metió la idea de la casa de la juventud. Armamos toda la propuesta y muchos le parecería súper interesante, aunque creían que olvidaríamos la propuesta, pero no era así, a nadie se le olvidaba. Acudiríamos día tras día con la misma iniciativa y para concluir la historia, la Casa de la Juventud se logró.

Nos entregaron solo el terreno y un montón de materiales, así que agarramos palos, escobas, pinturas y todo lo disponible para levantar nuestro centro. Solo había fondos para pagar dos albañiles, todas y todos los ayudamos a construir. Acudimos todos los días durante ocho meses y cuando finalmente estuvo terminado, nos dimos cuenta de que solo eran tres salones vacíos. Fue un reto llenarlos de vida.

Ya contamos con una sala de computación para talleres de informática, un horno industrial para los talleres de cocina y un salón grande para talleres de muchos participantes. Tenemos materiales y colaboramos con varias organizaciones. La red se he expandido no solamente para algunos barrios, sino a nivel municipal. La iniciativa de la Red de Jóvenes Municipales ha servido para infinidad de gente junto a otras redes en otros municipios

El centro fue posible gracias a nuestras gestiones y a un convenio tripartito entre la Iglesia católica, la alcaldía municipal y Visión Mundial. La iglesia puso el terreno; la alcaldía, la mano de obra; y Visión Mundial, la materia prima. Pero, sobre todo, sigue siendo posible por el trabajo de Shari y de cada una de las y los compañeros que formamos la red para mantener el centro vivo. También son de gran ayuda las organizaciones aliadas con las que colaboramos y nos rentan el espacio para sus actividades.           

De Shari sigue sorprendiéndome su audacia, madurez y experiencia. Lo noto cuando hablo de ella, de su gran crecimiento adquirido desde el campamento donde la conocí y me maravilla ver cómo puede haber tanto conocimiento y experiencia en una joven de 19 años.

Ella misma reflexiona sobre cómo muchas veces tomaron su participación en ese campamento de forma simbólica, en donde la miraban solo como una niña con la capacidad de hablar bien y de hacer bien ciertas cosas a la que podían utilizar. Recuerda cómo esto fue muy difícil porque era muy pequeña y no lo atendía porque apenas iniciaba sus procesos.

El tema de la cuestión económica también era una gran limitante, porque había ocasiones en que las reuniones eran en otro lado y había que pagar transporte. Para solucionarlo armábamos un grupito y nos íbamos a pie. Pero los problemas del hogar se convierten en una limitante de una u otra forma. Aunque ella quisiera estar conectada y concentrada en sus cosas, había algo que no le permitía estar ahí completamente.

Entre todos estos desafíos, no podía faltar el de las desigualdades entre el hombre y la mujer. Siempre se enfrentó con el problema de que ella decía algo que pasaba desapercibido, pero al ser dicho por un varón, exactamente lo mismo, era tomado en cuenta . Esto no le gustaba, le caía muy mal, sobre todo porque había bastantes varones que sobresalían y cuando ella decía cosas no eran escuchadas.

Imagino que esta situación ocasionó su acercamiento al grupo de chicas feministas porque ahí se sentía en un espacio entre iguales, respetuoso, donde podía compartir sus saberes y sus dudas sin sentirse juzgada. Además, Shari sigue participando activamente en la Red de Asociaciones Juveniles del Municipio de Choluteca (RAJUMCH), la cual está conformada por redes y organizaciones con la finalidad de hacer incidencia con autoridades locales.

Durante 2012 obtuvimos la aprobación de una política municipal de la juventud con un plan de inversión, porque existe una ley marco vigente para el desarrollo integral de la juventud que nos asegura tener derecho al 3% del presupuesto municipal para implementarlos en juventudes, sin embargo, nos percatamos de que ese presupuesto se invertía en otras cosas distintas a lo dictaminado.

Incidir en nuestros círculos más cercanos, en la comunidad y política pública no es una tarea sencilla, pero hacerlo de la mano de compañeras como Shari es un regalo del cual se obtienen grandes aprendizajes y a la vez se disfruta.

Shari siempre dice que la resistencia va de la mano con la transformación y la resiliencia, porque tod@s estamos rodead@s de problemas y no es posible que nuestra única salida sea soportarlos o meterlos en la mochila y cargarlos toda la vida; necesitamos utilizar esas piedras para hacer un puente, para construir algo.

Esto lo corroboró en 2018 cuando enfrentó uno de los retos que más la ha cambiado: la necesidad de mudarse de ciudad para estudiar la carrera universitaria de su elección, debido a que el sistema educativo no brinda una variedad de licenciaturas a nivel descentralizado.

Cuando habla de esto dice: “Nunca estás preparada para crecer y cuando ‘eso’ te llega, no te das cuenta hasta que la preocupación, el estrés y la pesadez en el cuerpo te toca. Ese 2018 me dejó esas lecciones. Vivir en otra ciudad ha significado el acto más fuerte en mi vida, pero también el más valiente. Los vientos familiares te arropan en las noches cuando cierras los ojos nublados de lágrimas. Así es la vida, así es la vida en Honduras al tener que alejarte de los tuyos para poder superarte”.

Observa a los cambios como siempre latentes, porque en cada regreso a casa siempre encuentra algo nuevo y le genera una sensación extraña que le hacer sentir que no pertenece ahí; pero basta un abrazo de su familia, una sonrisa de su sobrina y un buen platillo de comida para borrar esos sentimientos.

Piensa que nunca aprenderá a retornar sin lágrimas, aunque se alegra de haber encontrado a las personas correctas para acompañarla en este camino. Pareciera un privilegio estudiar en la capital, lo cual es erróneo, principalmente porque es algo que cualquier joven de un pueblo debiera tener a su alcance para no tener que enfrentar la horrible idea de alejarse de los suyos.

Conocer a Shari ha sido inspirador. Pienso en que ninguna niña debería de resistir un contexto como el suyo, sino que todas puedan construir unas alas grandes y fuertes como las suyas. Por este motivo comparto a cada niña las palabras regaladas por Shari en una entrevista realizada por una mexicana: “Encontrar respuestas no es nada fácil, se te van las horas, los días, las energías, la vida; pero eso es lo importante de buscarlas, porque cuando llegan las sientes y aunque quisieras que el futuro fuera más certero, la vida real no es así. Se convierte en una odisea luchar, pero en una energía resistir.

Hoy puedo decir con mucha fuerza y convicción que siento esa energía, viene acompañada de la mano con la incertidumbre, pero eso es lo de menos. Hoy siento la esperanza en los dedos, en los pies, en mis colochos y lograr eso me ha costado luchas. Ahora lo digo con firmeza, todo mi sentir, se traduce en esperanza”.

Ella es Shari, la de la conexión con la letra “S” porque sus dos nombres inician con “S”, estudia sociología y es del sur de Honduras; por lo especial que es, y adquiere el adjetivo “súper” porque se ha convertido en una súper persona, una súper humana que hace cosas súper especiales. También porque el sol le encanta y representa la luz y energía que vemos en ella quienes la conocemos y porque regala esa luz y energía en cada espacio del cual forma parte.

Estaré encantada de que su historia la conozcan en muchas partes e inspire a otras como me ha inspirado a mí.