<strong><em><em>Verse razonar: INSPIRACIÓN</em></em></strong><br><strong>Milagros Ailen Saavedra López</strong><br><strong>20 años -</strong> <strong>Argentina</strong>
Verse razonar: INSPIRACIÓN
Milagros Ailen Saavedra López
20 años – Argentina

Andrea Fonseca

Mili nació en un hospital público de Gran Mendoza, cuando su madre tenía 20 años. Tiene tres hermanos menores: uno de 14 años, otro de 12 y el más pequeño de 5. Desde que sus padres se divorciaron en 2015, a partir de un episodio de violencia de género sufrido por su mamá, le ha tocado desempeñar el rol de cuidadora y encargada de la casa, principalmente porque su progenitora tiene dos empleos para poder sacar adelante a tod@s. Aunque Mili ya había reflexionado sobre la violencia en su casa, previo a la separación la separación de sus padres, ese episodio y sus causas resultan ser cruciales en su vida personal y como activista. Ella misma lo nombra como un cambio de paradigma y relata que a partir de ese momento pensó:

“Esto no es solamente aquí en mi casa, no solamente le pasó a mi mamá y a nosotras. Hay un montón de mujeres allá afuera a quienes les pasa lo mismo. No quiero dejar esto en lo privado, yo quiero hacerlo visible, que salga a la luz”.

Así comenzó su andar en la lucha feminista, fue el momento en el que empezó a visibilizar la violencia y, por consecuencia, a acudir a las marchas.

La primera marcha a la cual acudió fue a la del 8 de marzo de 2016, fue con su mamá. De ahí en adelante decidió asistir sola debido a la imposibilidad de su madre de acompañarla, por sus horarios de trabajo, y porque la mayoría de chicas de su edad no se asumían feministas, principalmente por la desinformación sobre qué es el feminismo.

La marcha del 8 de marzo fue muy especial, no solo porque fue su primera experiencia de ese tipo, sino porque al terminar se encontró en la plaza con las chicas de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, quienes le regalaron su primer pañuelo verde, el cual simbolizó el inicio de una deconstrucción capaz de llevarla hasta donde ahora está.

Desde entonces, Mili ha regalado muchos pañuelos, pero conserva el primero que tuvo y lo porta con orgullo. Portar el pañuelo en la mochila es para Mili un acto político poderoso, especialmente si se es una adolescente o una niña, porque eso choca o incomoda a ciertas personas y despierta reacciones adultistas en la escuela o en la calle, como: “¿Por qué andas con el pañuelo?”, o “no sabés lo que es, primero cuídate”, “¿y vos qué vas a saber?, cállate”. También es un acto político juntarte con otras y hacer frente a la discriminación.

Por ello, en 2017, las niñas y adolescentes que se encontraban en las marchas de manera frecuente se empezaron a reunir y a organizarse para debatir temas. Así crearon la colectiva feminista “Las Wuachas Sororas”. El término guachas lo decidieron porque querían reivindicar a las niñas como sujetas políticas y cambiaron la g por la w. Su canal para hacer activismo fueron las redes sociales, ya que era lo que tenían a su alcance y no contaban con mucho presupuesto.

A la par de la colectiva de niñas y adolescentes, Mili comenzó a participar en “Ni una menos”, organización donde convergen mujeres de diversos ámbitos, desde políticas partidarias hasta feministas autoconvocadas. Desafortunadamente en este espacio descubrió que las prácticas adultistas en los movimientos sociales excluyen a las niñas y adolescentes.

Aunque no exista una negación explícita de su participación, su estructura, dinámicas y temas abordados no reconocen sus necesidades e intereses. Con esta experiencia reafirmó la necesidad de hacer colectividad con sus semejantes y accionar. Ahora rememora orgullosa la forma en que lograron nombrar a la marcha del 8 de marzo de 2018 “Paro Internacional de Mujeres y Niñas”, cosa imposible de suceder en el pasado porque siempre fue solo de mujeres.

El mejor espacio para que una niña o adolescente haga colectividad es, sin lugar a dudas, la escuela. Mili supo reconocerlo y junto a otras compañeras comenzó a hacer activismo en los centros educativos, desde la pega de carteles hasta la exigencia de recibir educación integral de la sexualidad.

Con sus intervenciones lograron que los directivos de la escuela a la que asistían emitieran un comunicado en el que se refirieron al debate del aborto desde una mirada de derechos humanos, porque era un tema indispensable de conocer. Mili recuerda que WhatsApp fue una herramienta para organizarse y asistir a las marchas acompañadas.

También sirvió para orquestar el pañuelazo de estudiantes de secundarias realizado en la concentración masiva de la plaza después del debate de diputados donde se discutió la aprobación del aborto. Señala que su participación como niñas y adolescentes en la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal rompió con el adultocentrismo existente en varias organizaciones donde la participación era solamente de gente adulta.

Mili ha trabajado con otras compañeras para abrir espacios para todas, espacios donde sus voces puedan ser escuchadas. Participaron en la organización de un encuentro de niñas y adolescentes en Mendoza, paralelo al Encuentro Nacional de Mujeres, porque reconocieron la carencia de financiamiento para poder ir, aunque esto no detuvo la creación de espacios.

Cuenta con mucho orgullo cómo ella y sus cuatro compañeras hicieron actividades para recaudar dinero y finalmente pudieron asistir al encuentro de 2018, y resalta que estas cinco chicas de entre 15 y 17 años que gestionaron su viaje sin los recursos ni privilegios de muchas mujeres adultas, lograron subvertir el adultocentrismo.

Algo fascinante de Mili es su clara visión sobre la importancia de reconocer a las niñas y adolescentes como actoras políticas, como personas con voz propia capaces de construirse espacios para sí mismas. Además, está totalmente convencida de la necesidad de crear alianzas intergeneracionales.

Me fascina cómo a pesar de su juventud, Mili tiene presente y muy claro el crecimiento de todas y que debemos reconocer cuando nos hemos convertido en aliadas de las más jóvenes y dejamos de nombrarnos como una de ellas o hablar en su nombre o representación.

El otro día la escuché decir: “A mí me ha pasado, me veo más grande que las niñas y empiezo a hablar en su nombre, hasta que me digo ‘no, yo no puedo hacer eso porque ellas tienen voz propia y sus formas para hacer sus reclamos.”

Por todo lo anterior, la admiro y estoy segura de que mantendrá la coherencia mostrada hasta el momento para no convertirse en una de esas personas quienes después de haber realizado activismo desde la identidad joven, olvidan el relevo generacional para cuidar sus intereses personales. Mili es una muestra de cómo ver a la edad como una determinante de la experiencia y sabiduría es una falacia.

Es sorprendente ver todo lo hecho por ella en tan poco tiempo. Es tanto que no imagino la forma para presentarla brevemente en un juego de adivina el personaje. Quizá la describiría como una joven feminista, activista de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, estudiante de sociología.

Enfatizaría su uso de las redes sociales como una herramienta importante para su activismo y que forma parte de un proyecto de economía popular feminista, en el cual trabajan con mujeres organizadas para eliminar la independencia económica de sus maridos y dejar de sufrir violencia.

Y seguramente también describiría cómo me hizo recordar que las niñas no solo son el futuro, sino también el presente, y citaría un mensaje hermoso alguna vez compartido por ella a unas niñas:

“No deben tener miedo de preguntar o de involucrarse porque les dirán que no saben por ser niñas. Involúcrense más porque se les abrirán muchas más puertas. Mientras más niñas de su edad haya y más representadas estén, mayor será el impacto que tengan. Nunca bajen la guardia, resistan. Es un proceso muy largo, pero dará sus frutos. De un momento para el otro –dos, tres años– verán la existencia de miles, cientos de miles de su edad, en lo mismo que ustedes y estarán todavía empujando, abriendo caminos y construyendo feminismos desde otras perspectivas. Nosotras somos el presente y somos el futuro; así que mientras más nos involucremos desde más chicas, vamos a tener más herramientas para poder ayudar a otras a involucrarse”.