<em><strong>Creer en el poder: EMPATÍA</strong></em><br><strong>Joselin Velásquez</strong><br><strong>28 años - </strong>    <strong>Guatemala</strong>
Creer en el poder: EMPATÍA
Joselin Velásquez
28 años – Guatemala

Monserrat Navas

Joseline siempre me dice: “Somos hermosas y poderosas”. “La fuerza nos sale del útero, desde el corazoncito y desde nuestra sonrisa”.“Eres inteligente y nadie, nadie, nadie puede hacerte daño”.Y con singular determinación remarca esto: “Nosotras podemos ser todo y cualquier cosa que decidamos o queramos en nuestra vida. Necesitamos trabajar un poquito, sí, porque el mundo es muy injusto, pero se puede; todas las niñas, adolescentes, jóvenes y mujeres podemos hacer cuantas cosas queramos.

Necesitamos creer, soñar y construir utopías”.

Sus palabras no se pierden en el vacío. Se quedan en su Twitter, se transforman en acciones: “Desde la casa a las universidades, en las calles y en toda Latinoamérica, ¡No estamos solas!”. Joseline es genial. Supe de ella a través de las redes sociales y me la encontré después en una actividad. Es una chavala loca, comprometida, acompañante leal que acuerpa.  Coincidimos en varias cosas. Ambas nos enojamos por las injusticias, nos preocupan los sucesos del país y, sobre todo, creemos firmemente que las cosas pueden ser  diferentes. Yo, por ejemplo, hago revolución desde el arte.

Joseline creció en una colonia dentro de una “zona roja” en la ciudad de  Guatemala, llamada así por la pobreza, delincuencia y el poco acceso a servicios  públicos de calidad, aspectos que también han servido para construir un  estereotipo e imaginario de desigualdad. 

Joseline tuvo la suerte de estudiar, de contar con un entorno seguro en casa y  participar en espacios de recreación. Pero esa realidad no era la de todas las niñas  y adolescentes de su colonia. Algunas no podían ir a la escuela porque sus padres no podían comprarles zapatos o cuadernos y otras debían quedarse en casa para  cuidar a sus hermanos.

A los nueve años Joseline fue invitada a participar en un curso de vacaciones en el  cual practicó natación y fútbol y recibió charlas de prevención de violencia.  Lamentablemente no participaban muchas niñas y el lugar estaba cercano a  “chupaderos” (sitios para beber alcohol) y de la terminal de autobuses, lo cual la  expuso a episodios de acoso cuando los hombres cercanos al centro la veían de  forma extraña y ella sentía miedo. 

A sus doce años experimentó cuidar a un bebé que, por suerte, era electrónico. Era parte de un proyecto del instituto donde estudiaba: tuvo que cuidar a un bebé electrónico por tres días, cambiarle pañales, darle comida y velar su sueño. Esta  experiencia le dejó muchos aprendizajes y le permitió identificar los múltiples retos  y complicaciones que puede enfrentar una adolescente debido a un embarazo. La hizo afirmar: “La maternidad solamente si yo la quiero y la decido”.

Su mentalidad sorprendía en el grupo de jóvenes de la iglesia a la que acudía. Ahí,  la compañía y aprendizajes le resultaban amenos, pero muchas cosas no le  agradaban y siempre tendía algo que expresar.

Joseline tuvo la suerte de estudiar, de contar con un entorno seguro en casa y  participar en espacios de recreación. Pero esa realidad no era la de todas las niñas  y adolescentes de su colonia. Algunas no podían ir a la escuela porque sus padres no podían comprarles zapatos o cuadernos y otras debían quedarse en casa para  cuidar.

Para entender cómo llegó a ese grupo, es importante mencionar de su madre, de  credo evangélico, y su padre católico, le dieron formación y orientación para su  espiritualidad, algo que ella agradece, pero también reconoce que no todo era  agradable. El grupo veían mal la portación de condones en su bolsa y  suadoctrinamiento impulsaba la sumisión de las mujeres e incluso justificaba la  violencia en los hogares.

Joseline remarca que el problema no era hablar de sexualidad en la iglesia o casa, sino el silencio tácito que tenía como consecuencia que los jóvenes buscaran información en cualquier lugar, espacio o persona, lo cual podría llevarlos a tomar decisiones sin información y ser víctimas de violencia.

Quizá por estas experiencias ella empezó a involucrarse en espacios de  participación juvenil en las cuales daba talleres, realizaba actividades educativas,  hablaba con autoridades y participaba en acciones en el Congreso de la  República de Guatemala. 

Joselin fue voluntaria de la Asociación Probienestar de la Familia (APROFAM) por varios años, donde tuvo la oportunidad de viajar a Costa Rica, Colombia y México para fortalecer sus conocimientos y poco a poco se involucró en el movimiento de juventud. Orgullosa cuenta: “Tuve la experiencia de aportar al proceso de consulta para impulsar la Ley de Juventud en Guatemala. Evidencié cómo no todas las realidades eran iguales y buenas. Vivimos en usa sociedad desigual donde se violenta de muchas formas, especialmente a las niñas y adolescentes”.

Ella, junto a otro grupo de jóvenes, apoyó para que las acciones a favor de la  educación integral en sexualidad en Guatemala se concretaran en el Ministerio de  Educación y el Ministerio de Salud. Fue un proceso de incidencia que le dio muchas herramientas para defender sus derechos, en especial los sexuales y reproductivos.

Un día le pregunté: “Joseline, ¿eres feminista?” y sin dudarlo respondió: “¡Sí! pero al principio no lo sabía”.

Me contó que una tarde escuchó una canción que decía: “Por tener cuerpo de mujer me creen tierna, pero me dicen perra si en la calle enseño pierna”. Ella no tenía idea de quién la cantaba ni de la mitad de las cosas dichas en la canción. La buscó en internet y descubrió que la autora era una mujer llamada Rebeca Lane, quien se identifica a sí misma como rapera y feminista.

En ese momento surgieron en ella preguntas como “¿qué es el feminismo?”, “¿quiénes son las feministas?”

Para responder sus preguntas acudió con otras compañeras a un proceso de formación de mujeres jóvenes en el cual compartieron sus experiencias del día a día, de lo que les afectaba “el corazoncito” y del reto organizarse. “Fue ahí, con esas mujeres fuertes, locas, coherentes y cabronas donde me nombré feminista”, recuerda.

De otros espacios en los que participó recuerda las pláticas de las mujeres adultas sobre de los cuerpos y las sexualidades como primer territorio de defensa y y sus reflexiones acerca de cómo el patriarcado es el sistema opresor y violento que impide el desarrollo de las mujeres. A Joseline le parecía que estas ideas resumían el planteamiento feminista, pero era consciente de que para algunas personas el feminismo es una moda o algo absurdo y les resulta común o normal la falta o imposibilidad de poder estudiar por parte de muchas mujeres, así como que trabajen largas jornadas y/o se conviertan en madres como única opción de vida.

Joseline siempre dice: “Algo tenemos que hacer. Nueve de cada diez niñas en  Guatemala dejan de estudiar por asumir un embarazo. Muchas mujeres no  continúan sus estudios y se ven forzadas a trabajar en lugares feos por casarse en  contra de su voluntad y a temprana edad. Cada cuatro horas, una mujer sufre  violencia; son datos dolorosos, son historias desconocidas”.

Sus palabras me hacen pensar que eso la motivó a colaborar con GOJoven Guatemala, organización que trabaja para que las y los adolescentes y jóvenes construyan sus proyectos de vida. Apoyó en el área de incidencia y comunicación, apostó al reconocimiento de las niñas, adolescentes y jóvenes sobre sus derechos sexuales y derechos reproductivos.

Como parte de esta apuesta, viajó a New York para participar en la Asamblea General de las Naciones Unidas para buscar el reconocimiento sobre la situación vivida en Guatemala.

Con todas las cosas realizadas por Joseline entiendo por qué, a sus 25 años, la BBC la reconoció como una de las 100 mujeres que influyen e inspiran al mundo. Pienso que todo lo vivido y hecho por ella son un homenaje a todas esas mujeres jóvenes& que también realizan un trabajo invaluable para transformar las realidades de sus países.

Joseline estudia Periodismo y Derecho. Sigue trabajando para contribuir a construir un mundo justo, un país en el que todas las niñas y adolescentes vayan a estudiar, sueñen con sus objetivos por alcanzar cuando sean grandes y puedan lograrlos. Ella honra a las mujeres de su familia y desea que su madre, hermanas, sobrina y todas las personas puedan vivir felices, sin miedos y con mejores oportunidades.

De las cosas aprendidas gracias a Joseline dos son las más importantes: la idea de&nbsp; trabajar entre mujeres y por las mujeres (desde niñas hasta la edad de adultas&nbsp; mayores) y siempre mantener un sentido crítico y ver absolutamente todo con los&nbsp; lentes del feminismo.

Me gusta mucho su afirmación de que este es un mundo para poder tejer con  múltiples mujeres diversas y su anhelo: “A donde quiera que vayas, no olvides tu raíz. Da tres veces gracias a tus ancestras porque ellas aportaron para que seas la mujer que eres. No te quedes  callada, tienes un espacio para ser escuchada y para escuchar a las demás. Deseo un mundo con  lucha, movimiento, revolución, orgasmos, perreo y feminismo”